jueves, 16 de abril de 2020

VELÁZQUEZ (etapas y obras significativas)

Velázquez asimila el arte pictórico de su época (tenebrismo y naturalismo de Caravaggio, Rubens), también el arte del pasado (Tiziano, la escuela veneciana) y al mismo tiempo nos deja una técnica personal e innovadora:
  • La perspectiva aérea al servicio de la profundidad y de los efectos atmosféricos.
  • La pincelada suelta para sugerir las formas sin llegar a definirlas.
  • Gran observador de la realidad, poco amigo de idealismos.
  • Composición: evoluciona desde la yuxtaposición de personajes en sus primeras obras, hasta composiciones muy estudiadas que dan sensación de profundidad y naturalidad
Para comentar cualquier obra de Velázquez es bueno situarla en la época concreta del autor en la que fue realizada y compararla con obras anteriores y posteriores de Velázquez, viendo así la evolución de los diferentes aspectos de su pintura.

1.      ETAPA SEVILLANA
Nace en Sevilla en 1599 y muere en Madrid en 1660.
Entra como aprendiz en el taller de Francisco Pacheco
En 1617, aprobó el examen ante el gremio de pintores de la ciudad de Sevilla.
Antes de cumplir los 20 años, en abril de 1618, se casó con la hija de Pacheco.
Entre 1617 y 1623 se desarrolla la etapa sevillana de su pintura que se caracteriza por:
  • La técnica del claroscuro y el naturalismo de Caravaggio en escenas religiosas y de corte costumbrista.
  • Los colores ocres, embetunados.
  • La pincelada compacta.
  • Las figuras con contornos bien definidos y estáticas, sin relación entre ellas.
La obra clave de esta época es El aguador de Sevilla (1620).





Otras obras de esta etapa:
Vieja friendo huevos



Cristo en casa de Marta y María



De estos cuadros se podría decir que son bodegones con figuras.
Se trata de personajes reales, tomados de la realidad (retrata o toma como modelos a familiares o a gente cercana)


2.      PRIMERA ETAPA MADRILEÑA. EN LA CORTE (1623-1629)
En 1623 es nombrado pintor de cámara de Felipe IV y se instala en el Palacio Real de Madrid.
Conoce las colecciones reales de pintura. Entre otras, obras de Tiziano.
Conoce a Rubens y las nuevas corrientes artísticas que llegaban a la capital. Su pintura se hace más luminosa y colorista.
Pinta retratos del rey y de la familia real y un cuadro mitológico:
El triunfo de Baco o Los borrachos



Óleo sobre lienzo
Museo del Prado. Madrid
Tema: Baco y sus acompañantes, (tema clásico) con elementos naturalistas y vulgares (los personajes populares, los borrachos). "El vino" y la "alegría" que provoca serían también el tema principal del cuadro.
Composición en aspa, dos diagonales que se cruzan en el centro, en la cabeza del muchacho que está siendo coronado.
La luz nos lleva la mirada al dios Baco.
La pincelada es más suelta, sobre todo al fondo, que en sus primeras obras.
Los colores son también más claros y luminosos.
Obra de contrastes, característica propia del barroco:
  • Personajes divinos – humanos
  • Figuras desnudas – vestidas
  • La juventud – la vejez
  • Lo bello – lo vulgar
Interpreta la escena como un cuadro de género y esto ha hecho pensar que si la intención del pintor no sería copiar una escena de taberna, o burlarse de los dioses antiguos.

El interés por representar de manera realista los objetos de uso cotidiano es un recuerdo de su etapa sevillana.


3.      PRIMER VIAJE A ITALIA (1629-1631)
Viaja a Italia en 1629. Se puede decir que "se dedicó más a ver que a pintar ".
En Italia completa su formación sobre el color, la luz, la perspectiva y el desnudo.
En Italia pinta otra obra mitológica:
La fragua de Vulcano



Museo del Prado. Madrid
El tema elegido está inspirado en las Metamorfosis de Ovidio: Apolo se acerca a la fragua de Vulcano para contarle la infidelidad de su esposa, Venus, con Marte.
Al escuchar la noticia toda la fragua se queda petrificada con expresión de asombro: esta sensación la ha conseguido perfectamente el artista.
Velázquez se ha puesto en contacto con el arte italiano, como se observa en las anatomías de los ayudantes de Vulcano, situados en diferentes posturas para demostrar el dominio en la representación llena de clásicismo de bellos cuerpos desnudos.
También se advierte el interés mostrado por conseguir el efecto espacial, recurriendo a disponer figuras en diferentes planos, ocupando todo el espacio.
Desde el punto de vista compositivo las figuras se relacionan a través de líneas en zig-zag.
La luz también ha experimentado un sensible cambio al modelar con ella las formas de los cuerpos que revelan la estructura de los huesos y músculos bajo la piel.

Comparándola con otra obra mitológica del pintor, anterior a este viaje a Italia, “El triunfo de Baco”, más conocida como “Los borrachos”, observamos un proceso evolutivo, resultado de conocer de primera mano las obras de los grandes pintores italianos de siglos precedentes. Así la composición es más dinámica, ya que frente a los dos planos de la obra anterior, en esta las figuras se mueven en varios ejes direccionales. Además se ha ganado en profundidad, al colocar al herrero del último plano al lado de la puerta del fondo. Pero sobre todo, los focos de luz se han hecho más complejos, por influencia de la pintura veneciana, por lo que aparecen varios focos distintos que generan diferentes sombras y también los rostros de las figuras están dotados de una mayor intensidad expresiva.

Con características parecidas, en esta etapa pinta La túnica de José



Tras este viaje a Italia, abandona el tenebrismo en pos de una pintura más lumínica, como hemos apreciado en la Fragua de Vulcano.

4.      SEGUNDA ETAPA MADRILEÑA (1631-1649)

En 1631 regresa a Madrid. Es una etapa de mucho trabajo en la Corte.
Realiza retratos de la familia real y también de personajes de la Corte a los que trata con enorme respeto.
También realiza su famoso Cristo Crucificado, que es para muchos la interpretación más noble y suprema que se ha hecho de este tema.

Pintado en 1632, Sigue el esquema que Francisco Pacheco, su suegro, pintó en 1614.
El cristo de Velázquez se conoce también como Cristo de San Plácido pues fue pintado por encargo para el convento de religiosas de la Encarnación Benita de Madrid, conocido como de San Plácido. Tras pasar por diferentes dueños en el siglo XIX fue regalado a Fernando VII y de ahí a las colecciones reales del Museo del Prado.
Velázquez pintó a cristo clavado en la cruz sobre un fondo neutro, sin ningún elemento ni escena compositiva que lo contextualice. La pintura barroca no pretende “ilustrar” los Evangelios como en otros estilos precedentes, sino que tenía como principal función conmover a los fieles y suscitar a la fe. Por eso Velázquez ha omitido cualquier referencia espacial y temporal a la escena de la crucifixión.
La imagen es un desnudo frontal que permite al espectador apreciar la belleza corporal de Cristo y su expresión serena y contenida que le confiere una gran dignidad, a pesar de las penurias pasadas durante el Vía Crucis.
La iconografía del cristo crucificado desarrollada por su suegro, Francisco Pacheco, se basa en la representación del cristo con cuatro clavos en lugar de tres. Cada pie está clavado con un único clavo, en lugar de uno para los dos, que obligaría al cristo a cruzar las piernas y generar una mayor tensión muscular en la figura todavía viva.
Además los pies están apoyados en una peana o soporte, lo que permite relajar la tensión de los brazos, y hacen un ligero contraposto apoyando el peso en la pierna derecha, lo que da a la figura de Cristo un mayor naturalismo y sensación de movimiento.
El paño que cubre la desnudez de cristo, llamado paño de pureza, es muy reducido y austero con el objetivo de poner el acento en el cuerpo desnudo.
La cabeza de cristo presenta un halo luminoso de santidad que emana de la cabeza de cristo, cuyo pelo cae por la izquierda de la cara tapando parcialmente sus facciones. Para el cartel Velázquez sustituye las siglas I.N.R.I -“Jesús nazareno rey de los judíos”- por su escritura en latín, hebreo y griego y que coloca en lo alto de la cruz.

Para la decoración del Palacio del Buen Retiro pinta retratos ecuestres de la familia real.
En La rendición de Breda sintetiza lo aprendido en Italia. 

La rendición de Breda o "las lanzas"

1634-1635. Óleo sobre lienzo. 3,07 x 3,70m.
Temática: Tras un largo asedo sobre Breda, el hambre obligó a la ciudad a capitular. Velázquez elige el momento de la "entrega de llaves" (no documentada históricamente) y lo plantea de forma novedosa: rechaza la tradicional humillación del vencido para mostrar la humildad y generosidad de los vencedores (y, por extensión, de la monarquía española).

Composición: muy estudiada. Los dos protagonistas principales ocupan el espacio central. El general holandés Justino de Nasau se inclina, y el general Ambrosio Spínola, gentilmente se lo impide, estableciendo un puente entre ambos hombres.
El gesto del vencedor evoca la imagen de la caridad cristiana y también de la grandeza.
El pintor plasma la victoria de forma sutil.
A ambos lados de los personajes se sitúan los dos ejércitos, ocupando espacios similares, pero transmitiendo sensaciones distintas: a la izquierda los holandeses, mostrando desorden y a la derecha los españoles formando un grupo compacto, con sus lanzas alineadas.

Técnicamente hay que destacar la PERSPECTIVA AÉREA: Velázquez articula la composición a través de la luz y el color, con un primer plano muy contrastado con respecto al paisaje de fondo, donde desfilan los vencidos en la lejanía. La gama de colores es amplia, brillante y llena de matices. Conforme nos vamos alejando, los colores van perdiendo cromatismo hacia tonos plateados (azulados y verdosos). Y la PINCELADA SUELTA es una característica de su pintura que Velázquez ya no abandonará.


Retratos ecuestres de Felipe IV, su esposa Isabel de Borbón, y el hijo de ambos, el Príncipe Baltasar Carlos para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
Retrato ecuestre de Felipe IV



Museo del Prado. Madrid
Óleo sobre lienzo
De entre los retratos ecuestres pintados por Velázquez para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, éste es uno de los pocos que fue realizado enteramente por el maestro. Buena prueba de ello son los arrepentimientos caballo y en la cabeza y el busto de Felipe IV.
Velázquez muestra ahora un estilo suelto y luminista, utilizando diferentes tonalidades de color. Queda superado el tenebrismo y los embetunados de su etapa sevillana. En esta escena la sensación de tercera dimensión está perfectamente conseguida a través de la perspectiva aérea, y de un paisaje casi "impresionista". El color del fondo aplicado con pincelada suelta y en bandas paralelas de color. Se supone que tras la figura real se encuentra la sierra del Guadarrama. El monarca aparece representado de perfil, vestido con una armadura, bastón de mando y banda carmesí de general.
El caballo alza las patas delanteras en una maniobra de alta escuela de equitación denominada corveta, para la que el rey emplea una sola mano. Así da una muestra de dominio y capacidad de mando, siendo una alegoría del poder. Paradójicamente, el poder en estos momentos estaba en manos del valido de su majestad, el omnipotente Conde-Duque de Olivares
Esta obra serviría como modelo para que el escultor Pietro Tacca realizara la estatua ecuestre de Felipe IV que hoy se puede observar en la madrileña plaza de Oriente, frente al Palacio
Otros retratos de la época…


 Príncipe Baltasar Carlos 
(hecha para ser vista desde abajo)

 El niño de Vallecas
En los bufones realiza un sincero estudio del natural, sin idealizar ni un ápice, pero sin burla ni sátira, mostrando dignidad y respeto.

Conde-duque de Olivares


5.      SEGUNDO VIAJE A ITALIA (1649-1651)
Vuelve a Italia no como aprendiz, sino con el encargo de comprar obras de arte para engrandecer las colecciones reales y también por motivos personales: busca el reconocimiento social que en Italia, desde el Renacimiento, los artistas habían conquistado, y en España se les negaba.
Pinta dos obras importantes:
Retrato del Papa Inocencio X



Los ropajes están captados con el mayor realismo, obteniendo una increíble calidad en las telas a pesar de la pincelada suelta, que ofrece toda la gama derojos existente. 
Velázquez capta el alma del retratado. Inocencio X tenía fama de estar siempre alerta, desconfiado e infatigable en el desempeño de su cargo. Todos estos sentimientos los trasmite el Papa cuando miramos este retrato. 
En la mano izquierda lleva un papel donde el pintor se identifica como el autor de esta excelente obra.
"Demasiado real", cuentan que dijo el protagonista cuando vio el cuadro acabado.
Velázque no ha sido indiferente para los artistas posteriores; sus obras han sido estudiadas y reinterpretadas por muchos artistas a lo largo de la historia hasta la actualidad. Valga el siguiente cuadro como ejemplo:

Estudio para el Papa Inocencio X. 1953. Francis Bacon (de cara al significado)




Muestra a un Papa de expresión atormentada, con salpicaduras de sangre en sus ropas y que parece estar atado a su trono. Esta percepción se acentúa por las pinceladas verticales tras las cuales se desdibuja la figura papal que, impotente y con los puños apretados, grita desesperadamente. Esta especie de cortina o velo que parece aprisionarlo procede de las texturas de las placas de rayos X, a menudo utilizadas por Bacon en sus trabajos de esos años.



También en Italia pintó Velázquez sus dos famosas Vistas de la Villa Medicisconsiderados los dos primeros ejemplos de pintura au plein air (al aire libre) que no alcanzó su máximo desarrollo hasta el período del Impresionismo.


La Venus del espejo
1599-1560. National Gallery Londres.
Pese a estar de espaldas, este cuadro está considerado uno de los desnudos más hermosos de la pintura universal.
En el cuadro aparecen Venus y Cupido y está considerado el primer desnudo integral de la pintura española. Trata de manera mundana, sencilla una escena que representa a personajes divinos (como hizo en los borrachos).





Cupido sostiene el espejo en el que se refleja el rostro desdibujado de la belleza, aunque lo que deberíamos ver sería el cuerpo de la diosa, dada la inclinación del espejo. En cualquier caso el espejo sirve para dar sensación de profundidad.
En cuanto a la técnica, cabe destacar cómo el pintor utiliza una pincelada suelta, que produce la sensación de que entre las figuras circula aire, el famoso aire velazqueño. Nos acercamos a la última etapa del artista, en la que el consciente modelado y los fuertes contrastes de obras anteriores son remplazados por una contención y una sutileza que culminará en su última obra maestra, Las Meninas.
  

6.      TERCERA ETAPA MADRILEÑA (1651-1660)
Velázquez ha alcanzado su plena madurez como pintor.
Realiza sus dos obras principales:

Las Hilanderas


Museo del Prado
Tema
La"Fábula de Aracne", recogida de Las Metamorfosis de Ovidio, narra la contienda entre Minerva (Atenea), diosa de las artes y de la guerra, y la orgullosa Aracne, famosa tejedora de la ciudad de Lidia, acerca de quién haría un tapiz mejor. La osadía de la joven no tuvo límites al representar en su obra una de las aventuras amorosas del padre de la diosa, Júpiter, por lo que ésta la convirtió en araña.
En primer plano vemos un taller con cinco mujeres (hilanderas) que preparan las lanas para la fabricación de tapices. Al fondo, detrás de ellas, y en una estancia que aparece más elevada, aparecen otras cinco mujeres ricamente vestidas, sobre un fondo de tapices (parece que contemplan una escena mitológica). Esta última escena sería la que da título al cuadro "La Fábula de Aracne". Atenea, con casco, está a punto de convertir a Aracne en araña.
Velázquez supera la iluminación dramática del tenebrismo o claroscuro y el observador tiene la sensación de percibir el aire pintado y toda la escena parece estar bañada de luz
Es una tela de gran armonía compositiva basada en las relaciones de luz, ritmo y color. Velázquez consigue que nuestra vista pase de la hilandera iluminada de la derecha a la de la izquierda para saltar por encima de la que se agacha en la penumbra a la escena del fondo, nuevamente iluminada. Allí, una de las mujeres se vuelve hacia el espectador como si se sorprendiese de nuestra incursión en la escena.
Velázquez ha sabido dar sensación de movimiento, como se aprecia en la rueca de la izquierda, cuyos radios no vemos. También hay que destacar el efecto atmosférico, es decir, la sensación de que entre las figuras hay aire que distorsiona los contornos y hace que las figuras estén borrosas. La pincelada suelta, utilizando manchas como en el caso del rostro inacabado de la mujer del centro, que está a contraluz.
Velázquez quiere indicarnos que la pintura es un arte liberal no una actividad artesanal como la labor que realizan las mujeres en primer término. Pone el tema en un segundo plano, juego típico del Barroco.

Las Meninas (Pág. 256 del libro de texto)


Óleo. Lienzo
Museo del Prado. Madrid
Es un retrato de la familia real.
En él aparece la Infanta Margarita, dos doncellas (meninas), la enana Maribárbola, el enano Nicolasilloun y un mastín.
Doña Marcela de Ulloa, el guardadamas, el aposentador, José Nieto.
El Rey, Felipe IV y la Reina, Mariana de Austria. Aparecen reflejados en el espejo. 
Velázquez en plena actividad como pintor.
La composición tiene como centro a la infanta y se abre en V hacia el guardadamas y hacia Velázquez. Otras diagonales completan la composición.
El punto de fuga se concentra en la figura del aposentador que retira la cortina y abre un foco de luz al fondo.
El color es claro y luminoso y la pincelada es suelta y gruesa.
La luz procede de dos focos: lateral y al fondo que constrasta con la oscuridad de la habitación en el techo y la pared del fondo.
Obra maestra al conseguir una magnífica sensación de espacio mediante:
  • los elementos arquitectónicos
  • la perspectiva aérea
  • los dos focos de luz
  • los perfiles desdibujados
  • los colores menos intensos al fondo
  • el espejo en el que se reflejan los reyes (o el espectador)
El cuadro es un homenaje a la pintura y al oficio de pintor porque:
  • Velázquez se autorretrato como pintor.
  • los cuadros del fondo tratan de la superioridad de las artes sobre el trabajo artesanal.
  • la cruz de Santiago sobre el pecho del pintor que ennoblece al pintor por el hecho de serlo. Fue añadida después de su fallecimiento por orden del rey para ennoblecer al pintor y a la pintura.
Destaca la importancia del espectador al que mira Velázquez:
  • porque ¿qué pinta Velázquez? ¿Pinta a los Reyes o al espectador que es al que verdaderamente mira?
  • porque sin espectador no habría pintura ni pintor.
  • Velázquez ha introducido en el cuadro al espectador, a todos los espectadores que han admirado su obra a lo largo de la Historia.

Retrato de Felipe IV



Es el último retrato que Velázquez pintó del rey Felipe IV.
Retrato sin símbolos reales ni alegorías. Retrato austero y lleno de dignidad en el que ante todo Velázquez destaca su amistad y fidelidad a un Rey que aparece resignado al paso del tiempo y a la crisis del final de su reinado, como evidencia Velázquez al mostrar el aire melancólico del monarca.
Aunque Velázquez no idealiza al retratado, suaviza su enorme papada, que sí que fue mostrada por otros pintores.
La técnica es casi impresionista.
El fondo es oscuro, pero sin el excesivo contraste de sus primeras obras.


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